Viajera, Buenos
Aires, 2011
Raro como su nombre, así es el libro de Belara Michán, que
hasta se anima a jugar con esa anomalía discursiva para dar forma a una poesía
que juega a paladear sabores frutales entre el adentro y el afuera, entre la
intimidad y la extimidad, sin que ese in-out se vuelva una disyuntiva binaria.
Su poesía tiene algo de topológico, que invita a pensar en el uso de las
palabras desde una concepción no lineal, no tradicional. Una esquizofrenia
sutil, que invita seduce con formas imprevistas.
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