7.9.12

"Mi hermano es mi ídolo, trabaja y estudia", de Natalia Kiako



Mi hermano es mi ídolo, trabaja y estudia
Natalia Kiako

Era un cumple de quince. A la hora de prender las velas, la cumpleañera fue llamando a las personas que más quería para que, una a una, la acompañaran encendiéndolas. Cuando llegó el turno de su hermano, lo invocó con la frase del título.
Me acuerdo que nos dio mucha risa y la cargamos bastante. Pero en el fondo, he de confesar que yo podría haber dicho lo mismo muchas veces, aunque fuera en contextos menos cursis. Los criterios de trabajo y estudio como algo bueno, pero también como algo lindo y placentero, me fueron siempre familiares. Otra forma de decirlo es: soy bastante ñoña.
Ahora sí, con el tiempo, también me fui dando cuenta de que todo eso podía ser mucho menos ñoño de lo que creía, y bastante pícaro, o con un poco de suerte, picante. Que el pensamiento que más me admiraba era el que tenía, por qué no, un poco de provocación, un toque de irreverencia. Y el trabajo que más me divertía, también era una forma del juego. Porque seamos sinceros: sin todo eso, trabajar y estudiar… es un flor de embole.
Cuando me invitaron a formar parte de Casquivana me puse muy contenta, por varios motivos. Estar en el equipo editorial, a diferencia de colaborar, implica un día a día y una pertenencia que, será más laboriosa, pero es mucho más rica. El lado más “sesudo” de la revista me gusta mucho y la intensidad visual que tiene, ni hablar. Pero lo más importante de todo, lo que mejor me hace de la bienvenida, es esta cosa juguetona, este guiño constante y múltiple que está en el corazón del asunto.
Y es que creo que la paso mejor siendo un poquito menos ídola… y un poquito más casquivana.

Pedagogía del oprimido, de Paulo Freire



Pedagogía del oprimido, de Paulo Freire
Siglo XXI, Buenos Aires, 2012

Reedición de un clásico fundamental de uno de los pensadores más influyentes, desde la teoría y de la práctica, de la segunda mitad del siglo XX. Freire (Recife, 1921 - San Pablo, 1997) fue un pedagogo que propuso la educación como un acto de compromiso y libertad, necesario, indispensable. Su campaña masiva de alfabetización, signada por una mirada política sumamente crítica, le valió el exilio y la persecución ideológica, y aún hoy es resistida por ciertos sectores de poder. Su distinción entre opresores y oprimidos, su concepción de la libertad como algo comunitario y no individual, su respuesta activa a la bancarización de la escuela, su posición de lo que significa educar, son temas absolutamente vigentes, problemáticos, incómodos, que siguen siendo indispensables para abordar y operar cambios en la realidad.

6.9.12

"De madrugada", de Daniela Osuna



De madrugada (fragmento)
Texto: Daniela Osuna / Imagen: Daniela Sanín Ángel

Parece ser la madrugada más fría del año, todavía está oscuro.
Marta abre los ojos y se queda un rato inmóvil.
Primero saca una mano y tantea en busca del gorro. Una vez que se lo hubo calzado, se envuelve en el poncho y se anima a dejar el catre.
Éste es su momento favorito del día, cuando todos los demás todavía no se han despertado. Casi de memoria, encuentra las alpargatas, y mientras da unos saltitos para entrar en calor, atiza el rescoldo de la cocina intentando rescatar unas brasas para hacer el mate cocido.
No lo logra esta vez, las brasas ya estaban muriendo; respira profundo y sale al patio a buscar un poco de leña.
No puede evitar sonreír cuando ve los cachorritos durmiendo apilados sobre la perra, se aguanta las ganas de acariciarlos, sabe que si se despiertan, van a empezar a ladrar y aun no ha preparado nada.
Da un rodeo por el patio mirando cuidadosamente dónde pisa, pasa por el costado del corral para ir al baño, aprovecha a llenar un balde con agua y lo deja a un costado para llevarlo de vuelta a la casa.
Cuando está a punto de juntar unas ramas secas, se da cuenta de que todavía no ha mirado el cielo.
Se ha prometido mirarlo todas las mañanas, es su secreto. El secreto mejor guardado en sus 13 años.
Levanta la vista y todo a su alrededor pierde dimensión, se desdibuja, la hace sentirse parte del universo. Así de fuerte es su necesidad de que haya algo distinto, más allá de la realidad de las montañas.
Se sobresalta con el llanto de uno de los cachorros, baja la cabeza y se acerca a ver qué pasa. Dante con cara de sueño juega con el perro. Casi a punto de retarlo, lo piensa mejor y se acerca a su hermano.
-¿Qué hacés tan desabrigado?- le dice- . Mirá que sos bravo, ¿eh? tan temprano y ya en patas, después querés que te ande defendiendo del papi.
Dante la mira y se encoge de hombros, pero no con fastidio, nunca con fastidio para con su hermana mayor. Ella le sonríe y le revuelve el pelo con cariño, Dante no habla mucho y siempre anda con un gesto de rebeldía en la boca. Tal vez por eso y por la facilidad que tiene de meterse en líos, es su preferido.


Para leer el final, encontrá el cuento en http://www.casquivana.com.ar/

Presentación de "Hablar solos", de Andrés Neuman



Andrés Neuman presenta su novela nueva,
que estuvo leyendo en Alejandría y promete, promete.


Martes 11 de septiembre
19:00

Libros del pasaje
Thames 1762

 El autor dialogará con Fernanda García Lao y Leopoldo Brizuela


5.9.12

Preguntar no cuesta nada

Preguntar no cuesta nada. Poner un aviso, casi que tampoco.

info@casquivana.com.ar 
 

"El traje de terciopelo", de Marcelo Guerrieri



El traje de terciopelo
Texto: Marcelo Guerrieri / Imagen: Pablo Tambuscio

Después de la cena, recordábamos con Claudio una anécdota de la escuela primaria, cuando Sabrina —su nueva novia— propuso un juego. Dijo que tratáramos de describir el primer recuerdo del que teníamos registro.
Nunca había pensado en eso. Tampoco Claudio. Me extrañó que Laura, mi mujer —tan fanática de las regresiones y las vidas pasadas—, jamás se hubiera hecho esa pregunta.
La novia de mi amigo estaba en ventaja. Soltó su primer recuerdo mientras los demás recién empezábamos a escarbar en la memoria.
Primero habló de olores —a lavanda, a cáscara de naranja, a tierra mojada como cuando acaba de llover—, y siguió diciendo: en casa de mis viejos, en el patio, hay una sábana bordó tendida de la soga; mi abuelo me alza del piso; juntos atravesamos la sábana; si cierro los ojos, puedo sentir hasta la tela que me toca la cara, una caricia como dedos de bebé, pero también una sensación de terror total, como si del otro lado de la sábana nos esperara algo terrible: un monstruo, un dolor tremendo, un accidente; ahí termina el recuerdo; de golpe; no debo tener más de tres años porque mi abuelo murió el día de mi cuarto cumpleaños.
Hubo un silencio largo, interrumpido por Laura, que ahora decía que a ella le costaba pensar en su primer recuerdo. Aunque había una imagen que a veces le venía cuando pensaba en la casa de su infancia: es un suelo de baldosas grises con manchas negras, siento el frío en el pecho, como si me estuviera arrastrando por el piso; hay un auto de juguete de plástico rojo; muevo la mano para agarrarlo pero no llego porque algo me levanta en el aire, no sé quién es, capaz mi mamá, no sé, la sensación es que voy subiendo y tengo unas ganas tremendas de agarrar ese auto rojo que se ve cada vez más lejos en el piso; debe ser mi primer recuerdo porque mi mamá dice que ese auto se perdió en la mudanza, a mis tres años; no tengo más recuerdos de esa casa.
Yo estoy corriendo, feliz y a los gritos, dice Claudio, y de pronto es como si de la nada me pegaran golpes en los labios, después un montón de sangre en la boca, mi vieja que me alza en brazos y un pasillo muy oscuro, un caballito de madera en un costado, después el agua en la boca y los hilitos de sangre en la pileta de loza blanca de un baño mugriento; era en un local de entretenimientos en la costa, cuando tenía cuatro años; dice mi vieja que me reventé el labio contra los mangos de un metegol. 


Para leer el final, encontrá el cuento en http://www.casquivana.com.ar/