El acopio sin fin
Juan Pablo Csipka
Cuando se encara un trabajo de investigación, hay algo primordial: el acopio de material bibliográfico. Sentarse a escribir es muy lindo, pero sin una base previa en materia documental, se está en problemas.
Lo viví y lo sigo viviendo, con un proyecto de crónica periodística/histórica. Aun con ciertas nociones básicas, antes siquiera de esbozar unas líneas, fue necesario salir en búsqueda de libros, diarios y revistas. Los primeros no fueron tan complicados: parte de ese material ya estaba en mi biblioteca, aunque tuve que encarar un trabajo de hormiga con ciertos volúmenes. Con los diarios y revistas, el asunto se torna más espeso.
Uno cree que hemerográficamente está más o menos cubierto. Error. Publicaciones que tienen algo menos de cuarenta años se han perdido, y ahí aparece Mercado Libre, herramienta que permite encontrar algunas agujas en el pajar de diarios y revistas que ciertamente crece y crece.
La cosa no termina ahí en cuanto a las publicaciones periódicas. En algún lugar muy concreto existe algo llamado microfilm, único soporte sobre el cual es posible hallar una página o un recuadro. Entonces entra en acción la burocracia. Por cuestiones de rigor profesional, uno quiere tener una fotocopia de la hoja en cuestión, pero resulta que la fotocopiadora no funciona… desde hace seis meses. Y no parece que haya apuro en solucionar el temita. Para salir del paso ofrecen hacer la copia magnética, pero hay que escribir a una casilla de correo electrónico de un área específica y esperar que contesten. Pasados quince días llega la respuesta, que se espera favorable: no señor. Piden de escribir a otra dependencia.
Mientras tanto, seguimos leyendo, corrigiendo bocetos, agregando y sacando cosas, con el secreto anhelo de un día poder publicar el manuscrito. Mientras esperamos la respuesta por esas hojas microfilmadas, de parte de un empleado que se debe llamar Godot.
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