Perdí un amor pero
Luis Othoniel Rosa
-¿Lo escuchas? El ruido de las mentiras que
escribe el Profesor O sobre nosotros se mezcla con mi sudor y apesta.
-Sí. Estás sudando a cántaros y te ves pálido -le
contesta Alice a Alfred.
-Vamos a joderlo. Como él nunca te ha visto. Podrías
seducirlo, irte para su casa, y cuando esté dormido, me abres la puerta y le
hacemos un número.
Ella se goza un largo suspiro. Sonríe al mirar las
oscuras ojeras súbitas de Alfred, y le dice:
-Ya sé. Cuando esté dormido, le inyecto un sedativo, y lo
cargamos hasta un bosque y lo hacemos
tragar un concentrado fuerte de MDMA
y alucinógenos. Despertará y nos verá como si fuera un sueño, y en la locura de
su intoxicación, desorientado, buscará una verdad sencilla, una precaria estabilidad
en su mundo alucinado, algo sucinto, un lugar común, una frase. Por ejemplo:
“estás solo”. Nos hará preguntas, tratará de huir o de abrazarnos, pero
nosotros, fríos y malos, sólo repetiremos esa frase: “estás solo, Profesor O,
estás abismalmente solo”. Luego le volvemos a inyectar el sedativo y lo
cargamos de vuelta a la cama, y cuando despierte esa frase se quedará con él, y
pasará años descifrándola, pensará que hay un malvado encantador que lo ha atrapado en esta realidad
de fantasmas, o que hay un encantador bueno tratando de guiarlo hacia alguna
verdad compleja, y llegará la paranoia, y todos serán testigos de su caída, y
nadie volverá a leer lo que escribe, y se matará para despertar de su sueño.
-¿Y si cuando despierta y te cuenta sus locuras sucede
lo inesperado, y su paranoia transmuta en estética, y dimensiona impredecible, y
terminas creyéndole todo, y lo amas, y dejas de ser tú, y te pierdo para
siempre, mi encantadora encantada?
Ahora es Alice la que suda frío. Se desnuda, no para Alfred, sino
porque la ropa está mojada y tiene calor.
-Bueno.
Publicado en Casquivana 6: www.casquivana.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario