15.8.13

Alejandro Ferreiro perdió un amor, pero...



Perdí un amor pero
Alejandro Ferreiro

Tuve una suerte casquivana, casi vana. Ya estoy mintiendo. 
No es cosa mía pero lo cuento. Vamos de nuevo, cascos alegres:

Tuve una suerte que fue desgracia. Mentira cruda. Amor perdido.

Esto es invierno y espero el rayo.
Veo los pies, cielos que pasan. Arrastran nubes. Flotan. Encallan.
Esto es vereda, puro granito, sandía pálida.
De un lado, sombra. Y en la otra orilla duerme un carozo. Hueso de palta.
Yuyos. Colillas. Fallas del piso. Todo alborota.

Alborotado, el viento ataca. ¿Alguien lo nota?

Lo anoto y gira. Gira y repito: semilla y polvo.
Futura planta se rota y rompe. Sobran las ganas. Nace una herida.
Crece y germina. Mentira pura.

Salta una rana. ¿Eso da suerte?

Eran sandalias. Botas. No importa. Esa camisa no fue planchada.
Es de verano el amor fallido. Mentira cruda. Tuve una suerte que fue desgracia.
Mojaba cerca. Lejos mojaba. Carozo frágil, temprano, lento. Luces que ocultan.

La transparencia es una emboscada.  

Toda una suerte aquella desgracia. Perdí el amor. Salvé la moto.
Puedo llamarme desde muy lejos. Hacerme señas. Pedir consulta conmigo mismo.
Hacer de esto cuatro palabras.
Repito: Bendita suerte aquella desgracia.

Por cada escombro una despedida.

Dos bienvenidas por cada rama. 
Medir el vuelto. También lo sano. De lo podrido, las ganas. De lo ganado, un perro llamado Pato. Hay brillos en lo perdido: Carozo. Mata escondida.

Se aprende a sumar restando.

Hay una cosa que no se sabe.
Se desconoce (y eso enamora) cuál es la cosa desconocida.  
Fulgura algo, es un abrigo: Perdí un amor. Gané un motivo.

Ya estoy mintiendo.

Publicado en Casquivana 6: www.casquivana.com.ar

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