Están allí para
decir cualquier cosa (fragmento)
Texto: Félix Chiaramonte /
Imagen: Carolina Marcús
El
valor de las confesiones en la actualidad se mide en el peso que tienen esos
testimonios en los medios masivos de comunicación y la repercusión en la
psicología de las masas. Pero es por lo menos cuestionable creer que atraviesa,
sin oposición, todas las prácticas particulares como si cada intercambio social
fuese un pliegue sumiso de cualquier poder.
Se
sabe que es una práctica característica de la religión católica apostólica
romana, o que su utilización en todo tipo de guerras, persecuciones políticas
y/o sociales es algo habitual o directamente prescripto y obligatorio.
Que
un reality show, con el trasfondo
supuestamente sabido del Gran Hermano, consagre la permanente imagen como algo
que debe mostrarse para saber acerca de lo patético de cada quien; que las
redes sociales sean un circuito que ha estimulado la palabra desde “lo más
propio de cada uno”; que los teléfonos celulares formen parte de lo más íntimo
y que esto sea garantizado por una empresa a la que le interesa que
“mantengamos la portabilidad” del número… En fin, todo eso permite decir algo
de lo confesional y cómo se articula con lo religioso y mercantil de esta época,
en este lugar del mundo.
Ahora
bien, la cuestión de las confesiones también puede plantearse desde la
disciplina en la que trabajo, la práctica del psicoanálisis, y en este caso
hacer un contrapunto con un texto de Foucault.
Si querés terminar de leer el
artículo, lo podés encontrar en http://casquivana.com.ar/casquivana.html
(página 11).
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