Densichadores, de Pedro Lipcovich
El Cuenco de Plata,
Buenos Aires, 2012
Libro extraño, oscuro, lleno de recovecos, con personajes
que están atravesados por la historia, por la miseria humana, por el clima y el
paisaje, por el inconsciente. Lipcovich construye una trama que está articulada
en dos narraciones diferentes, que se van entrecruzando. En una, la selva
misionera se convierte casi en la protagonista de una historia que está
centrada en un anarquista que, por decisión o por destino, termina construyendo
un micromundo alejado de las grandes ciudades. En otra, un tal Leopoldo
Benavídez le escribe cartas a una madre próxima a morir, en las que habla del
pasado, de lo que ocurrió o podría haber llegado a ocurrir, de lo banal de la
existencia. Los dos relatos componen dos discursos muy diferentes, que le dan
un sentido muchas veces incierto a esta novela rara, atrapante.
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