Hoy andá a la Maratón de Viajera Editorial, que lee mucha gente amiga y además podés conseguir los números 4 y 5 de Casquivana, que no se distribuye en librerías.
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20.12.12
15.10.12
"¿sos toda mía?", de Nadina Tauhil y Belén Echeverría
¿sos
toda toda mía?
Texto: Nadina
Tauhil / Imagen: Belén Echeverría
me
encantaría decirte sí
toda
tuya
podés
llevarte un pedazo de mi lengua y dos capitas de epidermis
guardarlas
en una frasco
y
tocarme
hacerme
hablar cuando más lo necesites
yo
hablaría y te diría
soy
toda toda tuya
pero
no
no
puedo darte algo que no tengo
soy
de mamá
de
papá
de
mi hermano y la abuela
me
divido y nazco
me
divido
para
seguir naciendo
y
nada queda para mí
no
puedo darte
algo
que no tengo
no
soy
toda
tuya
ni
toda mía
ni
toda de nadie
soy
un cuerpo desmembrado
un
cuerpo demasiado partido
(vivido)
de
mano en mano
parte
de la misma cadena
no
puedo salirme
y
aunque fueras el último
último
eslabón de la cadena
vendrían
los hijos
los
nietos
yo
madre,
abuela
ellos
también tendrían un pedazo
y
yo sería cada vez
más
chiquita
menos
tuya
12.10.12
Tiene que haber otra naturaleza en nosotros, de Clara Muschietti y Luis Eduardo Rodríguez Castiblanco
Texto: Clara Muschietti / Imagen: Luis Eduardo Rodríguez
Castiblanco
Tiene
que haber otra naturaleza en nosotros. La mesa de la cocina se pliega tanto que
se hace asiento. Un asiento por si las dudas, por si viniera tanta gente a esta
casa que las sillas no dieran abasto. Hace un tiempo que solo deseo cosas
pequeñas, poca comida en el plato, grupos reducidos de personas, algún adorno
chiquito de esos que caben en cualquier lado. El gato envejece mucho más rápido
que yo. A mis veinte años el tenía dos meses, ahora yo voy por los treinta y
tres y el es casi es un anciano con un soplo en el corazón. Tendría que haber
otra naturaleza en todo.
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Poesía
4.10.12
"Un hombre anda en bicicleta", de Loreley El Jaber y Martín León Barreto
Texto: Loreley El
Jaber / Imagen: Martín León Barreto
Un hombre anda en bicicleta
por un camino verde
verdísimo
Se lo ve tranquilo
despejado
pero en verdad
si se lo mira bien
hay una marca gruesa que le atraviesa la cara
que le alcanza los ojos y
le dibuja una extraña mueca en la boca
Mientras recorre el camino de tierra
la cabeza de su padre
agujereada de
balazos
lo acompaña
El hombre silba
intentando ahuyentar espíritus en vuelo
pero el padre
o mejor, el cadáver
del padre, resiste
El hombre siente el sol calando en su desnuda espalda
ya curtida
y mientras pedalea cada vez más fuerte
y canta
ahora
a grito limpio
la imagen de su padre agujereado lo sigue
todo el camino
y al llegar
y a la noche
y esa cabeza persistente que parece horrorosa
susurra caricias conocidas
incluso en la mañana.
21.9.12
"Peor me pasó a mí", de Natalia Moret
Pero lo que me pasó a mí
Natalia Moret
"Hoy, cuando una amiga me contó que va a casarse, le
dije: ´Qué bueno. Te felicito!´, y después sonreí. ¿Qué iba a decir? Creo que
casarse es uno de los sueños femeninos más boludos de todos. Caminar del brazo
de tu padre disfrazada de muñeca de torta. Bailar vals, como si fuera algo
lógico. Exponerte a la inquietante imagen de ver a toda tu familia sudada,
borracha, sacudiendo matracas. Clavarte un anillo gordo en el anular para
avisarle al mundo que se olvide de conquistarte. Pasarte un año planificando un
vestido, un peinado, los centros de mesa, el color de las uñas... Pero de
sueños boludos está hecho un pedazo importante de la vida, ¿no? Puedo
entenderla, a mi amiga. Divorciarse ya fue, ya es mainstream. Lo que hay que hacer ahora, para ser moderno, es creer
en el matrimonio. ´Casarse es algo que pasa una vez´, dijo mi amiga, y yo pensé
mirá vos, porque viendo lo que me rodea tiendo a pensar que casarse es algo
que, más bien, o no pasa nunca o pasa al menos dos tres veces. Pero la
entiendo, a mi amiga. Está enamorada, y enamorarse es algo que pasa una sola
vez, ¿no? Cada vez que estás enamorada te das cuenta de que éste, y no el
anterior, es el amor posta; hasta que llega el próximo. Pero estas cosas no se
le dicen a una amiga ilusionada con el amor para siempre. Al menos no por
ahora, que estamos recién entrando en la ola de los anillos, todavía lejos de
la ola de las cuotas alimentarias". Terminé de escribir ese
párrafo, titulé el mail como "privadas", y presioné el botón
"Enviar", para guardarme las notas en mi diario personal, el que
tengo adentro de mi correo electrónico. Mientras Gmail se llevaba para siempre
un cachito de mi intimidad, descubrí quién era yo. ¿Saben quién era? La genia
que en "para" había escrito, por error, la dirección de email de su
amiga, la que se casaba.
19.9.12
"Peor me pasó a mí", de Conrado Geiger
Pero lo que me pasó a mí
Conrado Geiger
Fue en 1995.
Yo estaba haciendo “Rock de Acá”. Era común encontrarme a la salida de la radio
con escuchas que me esperaban para nada. Me irritaban, pero me dejaba seducir
por los encantos de la fama. Un día se me acercó una señora, a la que
llamaremos Mary, madre de unas chicas habitués, para invitarme a un evento que
se hacía por el 25 de mayo en la escuela de las nenas. Me contó que habían
acordado invitar a varios “notables y famosos”. Ser considerado en tan importante
cenáculo, me hizo aceptar la invitación sin dudarlo. Así, ese 25 de mayo
aparecí en la puerta de la escuela. Entre la multitud de gente, se me apareció
Mary adulando mi presencia. Me presentó a otro tipo, medio bajito, de aspecto
anodino y mirada huidiza. Como yo estaba atento al movimiento de la
muchedumbre, tratando de determinar dónde estaba el podio o escenario al que
nos harían subir, no registré su nombre, sólo entendí que era otro “notable”
como yo, que hacía un programa de cable. Mary nos llevó con la directora, que
estaba conversando con otra gente. Por lo errático de la presentación y lo
desdeñoso de la mirada de la autoridad comprendí que mi anfitriona se había
cortado sola. Que era una cholula desquiciada que nos había invitado por su cuenta
a un evento escolar donde nadie nos esperaba. Cruzamos miradas solidarias con
el otro sujeto, hermanados por el absurdo. Un alma gemela: habíamos caído los
dos en la misma trampa. Silenciosos nos alejamos de la ronda y salimos de la
escuela. Él balbuceó algo y me presentó a su esposa, ofreciéndome acercarme en
auto, ya que también iban hacia el norte. Viajamos intentando un infructuoso
diálogo. Al bajar me dio su tarjeta. Leí su nombre, que no recuerdo, y el de su
programa: “El Ángel de la Medianoche”.
Nunca nos
volvimos a ver.
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