Soy muy
bueno para
Fernando Wolk
Las 50 pulgadas de mi Led dicen que el revés de Federer
raspó la línea, pero la señora rubia de cincuenta bien coquetos dice que no,
que fue apenas afuera, aunque “apenas” ahora no tiene importancia. El ojo de
halcón en pantalla gigante le da la razón. Punto para ella, que esconde su
vanidad y sonríe para adentro. “¡Y lo que debe ser cocinando!”, agrega el
relator con lógica caprichosa. Me pongo de acuerdo rápidamente y pienso que con
esa vista de lince debe hacer unas empanadas increíbles. Porque sí, porque se
nos antoja pensar que es realmente buena para eso, igual que mi tía Delia. En
HD hay dos tipos peleando al viento como Truman para escaparse del set. Confieso
que hasta ahora mi interés por la náutica decía que un barco no era más que una
cosa que flota en el agua, pero acabo de enterarme que los remeros británicos
son un doble par sin timonel. Están tapados de músculos y como son los más
veloces ganan el oro. Qué bien lo hacen, pienso con la envidia de mi sobrepeso,
al tiempo que recuerdo una conversación perdida en el tiempo: “Qué belleza”, le
dije con ironía a mi jefe al advertir a la nueva compañera. “Si vende, es
linda” respondió tajante. ¡Y como vendía esa mujer, por Dios! El tipo que me
lleva en Taxi esquiva obstáculos como si tal cosa. Estoy apurado y él
desparrama maestría al mando de su Ford. Talento construido con práctica
supongo. Otros tienen un Don. Algo así como la garantía de calidad. Cualquier
Don te hace muy bueno para algo. El Dr. House cura al grillo de su compañero de
celda con una extraña mezcla de bicarbonato, al tiempo que diagnostica un
cáncer de lo más raro. El tipo es realmente bueno para eso. Mi amigo Ale y su
infinito romance con las brasas. Messi. Y Tito, el encargado, que arregla lo
que sea. Y Cristo, que clavado en una cruz hace más de dos mil años, sigue
asociando gente. Yo soy un tipo normal, apenas suficientemente bueno para
algunas cosas. Olvidadizo y torpe, eso sí. Como el otro día, que rodé por la
escalera por mirar la cola de ella, que mostró la mejor risa de todos los
tiempos antes de decirme que soy un nabo. Aunque yo sin vergüenza y desde el
piso le aclaré que “cogiendo soy un fenómeno”. Porque si para algo soy bueno es
para eso… para meter el bocadillo inesperado, hacer un chiste e irme silbando
bajito.
Publicado en Casquivana 5: www.casquivana.com.ar
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