Hyde
salió anoche como de costumbre. Entró a un bar y comenzó a insultar a los
parroquianos. La tensión fue subiendo: de los gritos se pasó a los golpes y
sillazos. Un puñetazo encegueció el ojo derecho de Hyde. Salí como pude.
Afortunadamente, no hizo falta suturar la herida y la puedo disimular con una
venda. (Juan Pablo Csipka)
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