El
Tero no se hace las preguntas. No se mira al espejo, no le importa la trama. El
Tero atiende su business, es
ferretero. Y anda con el manual de las opiniones. No sabe bien quién es ni dónde
vive. Lo marea el curso de las cosas. Y en medio del terror, del extravío,
escarba el overol en su lugar secreto: por un pequeño agujero en el bolsillo
izquierdo toca extasiado su bombacha rosa. (Eddie Babenco)
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