14.1.13

Robar, de Fabio Morábito y Leticia Paolantonio



Robar
Texto: Fabio Morábito / Imagen: Leticia Paolantonio
Publicado en Casquivana 5: www.casquivana.com.ar

A la edad de trece años robaba dinero a mis padres. Sustraía todos los días las monedas suficientes para ir al cine, al que iba siempre solo, huyendo del clima agobiante de mi casa. Iba a la primera función vespertina, cuando el cine estaba prácticamente vacío. No recuerdo una sola película, un solo título, una sola imagen de lo que desfilaba ante mis ojos. Creo que al sentirme un ladrón me impedía a mí mismo disfrutar del espectáculo y procuraba no mirar a la cara a la empleada de la taquilla que, estaba seguro, adivinaba de dónde venía el dinero con que pagaba el boleto. Casi no tenía amigos en esa época, mi desempeño en el colegio había caído en picada y el cine era mi único alivio. Robaba a la misma hora, después de comer, aprovechando la breve siesta de mis padres. Me temblaban las manos al hurgar en los bolsillos del saco de mi padre y en el monedero de mi madre. Reconocía al tacto las monedas que necesitaba sustraer y sólo me llevaba la cantidad justa para la entrada, ni una moneda más. Ignoro qué repercusión tuvieron esos hurtos en mi vida y me he preguntado a veces si no influyeron en mi inclinación literaria, si la escritura no ha sido para mí una prolongación de esos robos, pues me otorgaron a pesar de la vergüenza y el remordimiento, o quizá gracias a ellos, una tendencia introspectiva que más tarde, mal que bien, encontró una forma de articularse en el hecho de leer muchos libros y hasta escribir unos cuantos de ellos. No me arrepiento, pues, de esos hurtos; pienso incluso que habría que enseñar en los talleres literarios a robar pequeñas cantidades de dinero, pues cuando se escribe con intensidad se está en realidad robando, sustrayendo de los bolsillos del lenguaje las palabras necesarias para lo que uno quiere decir, ni una más. Aún hoy, me levanto muy temprano para escribir, cuando todos duermen. No concibo la escritura como una actividad preclara, sino furtiva. Busco las monedas justas para huir del mismo clima agobiante de siempre. Como me levanto muy temprano, mis amigos me admiran por mi disciplina.





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