Mi peor
trabajo fue
Enzo Maqueira
¿Quién escribió
esta porquería? “Mariana”, contestó la diseñadora, todavía con el folleto
en la mano. Era mi primer día como coordinador de comunicación y mi tarea era
encargarme de que la información fluyera entre las áreas de la universidad,
entre otras cuestiones menores como revisar los folletos. No noté lo errada que
había sido mi pregunta sino hasta que, un rato después, vi a la diseñadora tomando
mate con la tal Mariana, que además de escribir “esa porquería” era la mano
derecha del rector, algo así como un López Rega en versión señora de rulos.
Desde ese momento quedé relegado a mi oficina, donde cada tanto encontraba
sentado a un viejo sordo y con cara de culo que yo conocía como “el bulldog” y
que hacía traducciones en una computadora vieja. Había dos bandos: en uno
estaban la diseñadora con su irritante costumbre de saludar diciendo “¿como vai você?”, Mariana y sus ojos que
echaban fuego, el director de sistemas que tenía por costumbre revisar los
mails ajenos, y la señora de informes con cara de milico
zombi. Del otro lado, nadie más que yo. En el medio había personajes que
conocían a la perfección el arte de clavarte el puñal por la espalda o decirte
que eras un incompetente (cómo le gustaba esa palabra) sin que te dieras cuenta.
En menos de una semana, yo era un coordinador de comunicación al que nadie
saludaba y cuya capacidad de diálogo quedó reducida a pedir un tostado y una
coca en el bar de la universidad. Los pocos amigos que hice –y las siestas que
dormía tirado abajo del escritorio– fueron lo único que me permitió aguantar
hasta fin de año. De haber sabido que el bulldog que encontraba cada tanto en
mi oficina era Ricardo Zelarayán, quizás la historia hubiera sido otra y yo podría
haber escrito como Cucurto. Pero no. Yo escribo estas porquerías.
Publicado en Casquivana 5: www.casquivana.com.ar
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