Mi hermano es mi ídolo, trabaja y estudia
Natalia Kiako
Era
un cumple de quince. A la hora de prender las velas, la cumpleañera fue
llamando a las personas que más quería para que, una a una, la acompañaran
encendiéndolas. Cuando llegó el turno de su hermano, lo invocó con la frase del
título.
Me
acuerdo que nos dio mucha risa y la cargamos bastante. Pero en el fondo, he de
confesar que yo podría haber dicho lo mismo muchas veces, aunque fuera en
contextos menos cursis. Los criterios de trabajo y estudio como algo bueno,
pero también como algo lindo y placentero, me fueron siempre familiares. Otra
forma de decirlo es: soy bastante ñoña.
Ahora
sí, con el tiempo, también me fui dando cuenta de que todo eso podía ser mucho
menos ñoño de lo que creía, y bastante pícaro, o con un poco de suerte,
picante. Que el pensamiento que más me admiraba era el que tenía, por qué no,
un poco de provocación, un toque de irreverencia. Y el trabajo que más me
divertía, también era una forma del juego. Porque seamos sinceros: sin todo
eso, trabajar y estudiar… es un flor de embole.
Cuando
me invitaron a formar parte de Casquivana
me puse muy contenta, por varios motivos. Estar en el equipo editorial, a
diferencia de colaborar, implica un día a día y una pertenencia que, será más laboriosa,
pero es mucho más rica. El lado más “sesudo” de la revista me gusta mucho y la
intensidad visual que tiene, ni hablar. Pero lo más importante de todo, lo que
mejor me hace de la bienvenida, es esta cosa juguetona, este guiño constante y
múltiple que está en el corazón del asunto.
Y
es que creo que la paso mejor siendo un poquito menos ídola… y un poquito más
casquivana.
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