La
invención de una identidad
I:
El inventor. Partir de la premisa que toda identidad es una invención.
II:
Lautréamont. Inventarse una, como si
se inventase un cuerpo, una soledad, un rostro terrible.
III:
La parábola de Kafka. No basta con
inventarse una identidad. Yo a veces era dos, tres, cuatro, cinco, seis como
mínimo, decía: lo importante no es la invención de una identidad, si no el
proceso de desidentificación por medio del que puede uno sacarse de encima a
sus demonios. Un caso ejemplar lo ofrece Kafka, que descubrió en un conocido
libro de Cervantes cómo Sancho Panza, hombre libre, logró apartar de sí a tal
punto su demonio al que luego llamó Don Quijote.
IV:
Rimbaud. Tallaba un fémur en medio
de su soledad, y de sí.
V:
La siniestra. Una identidad no debe
ser construida a partir de nuestras semejanzas, si no de aquello que de
nosotros mismos desconocemos, esa es la construcción de una identidad por
venir.
VI:
El mago. DESAPARECER ES MI
IDENTIDAD.
VII:
La muerte. La muerte, sólo la
muerte, nos dará la identidad y el rostro definitivos. (Alexis Jesús Donoso González)
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