Le poníamos un tapón a la bañadera y la veíamos
llenarse. Las más chicas se bañaban primero. Éramos siete, no teníamos nombre.
Todas éramos “nena” para mamá. A mí me tocaba última, el agua me llegaba fría y
turbia de jabón y hermanas. (Rocío Zabalza Ritacco)
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