26.3.13

Cuando Natalia Kiako se dio cuenta, ya era tarde



Cuando me di cuenta ya era tarde
Natalia Kiako

No me digas más Chiquita, por favor. Disculpame pero lo tenía que decir. Ya sé que es de cariño, pero la verdad nunca me gustó.
Estoy cansada de ser la pavota de turno. Me decís Chiquita y me siento un frasquito en la alacena, juntando polvo ahí apretadito. Y yo encantada con las alacenas, los frasquitos y todo. Pero ya te digo, me cansé, ¿viste? Toda una vida en la misma casa, y es lindo, la familia. No sé, de golpe es como si viera la foto de afuera, la cocina, el mantel celeste, la mesa (a la que le falta un regatón en una pata y nunca lo arreglaste), la pava siempre para el mate, todo lo mismo pero me impresiona diferente. Un poco parece una burla, un chasco, como la azucarera llena de sal o una gota de tuco en medio del vestido recién lavado.
No me querrás tomar para la chacota pero Chiquita me lo pusiste vos, me acuerdo como si fuera hoy, eran los quince de la nena, se largó a llover a cántaros y yo dije que nos arreglábamos adentro, si total en casa yo acomodo bien y entramos. Y vos con tus comentarios sarcásticos, un poco de mal gusto la verdad, para qué los voy a repetir pero todo eso del tamaño y entre todos lo hacemos caber. Que en realidad la mitad no los entendí y las miraditas de la nena tampoco pero lo dejé pasar.
No te rías que te juro que me saco. Me acuerdo como si fuera hoy, la casa llena de gente y la fiesta un éxito, a todos les gustaban los sanguchitos y se sentía el calor de hogar, no había un rincón libre y hasta en la escalera charlaban los chicos pero lindo, compartiendo, aunque no sé por qué yo tenía un mal presentimiento. Como para ahuyentarlo fui a buscar la torta cubierta de fondant blanco y perlas de fantasía porque ya era la hora, y de golpe la nena que no aparece. Cuando me di cuenta ya era tarde. No te rías, te digo. Que fui yo la que abrí el vestidor y me encontré cara a cara con la nena y Franquito, más que cara a cara debería decir otra cosa, las sábanas blancas dobladas y almidonadas todas hechas un bollo y yo helada, con la torta en la mano. Sí, ya sé que me puse a llorar y de lo demás también me acuerdo, me acuerdo perfecto de la nena en pelotas, Franquito tropezando con la torta y conmigo y la mar en coche. Pero ahora no lloro. No más no me digas Chiquita, que me dan ganas de romper todo, tirar los frasquitos a la mierda y el resto también. 

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