4.3.13

Así empezó María Sonia Cristoff



Así empecé yo
María Sonia Cristoff

Cuando me cansé de dar clases de inglés, conseguí un trabajo en un negocio de antigüedades. El cambio, en principio, me pareció positivo. No solo por la virtud redundante de lo nuevo sino porque el lugar tenía muy pocos objetos que eran muy caros y, por lo tanto, muy pocos clientes, lo que me daba un tiempo preciado para pasar horas leyendo en un trabajo conseguido para subvencionar una carrera de Letras que únicamente me interesaba como una coartada perfecta para poder pasar horas leyendo horas sin que nadie me molestara.
La alegría duró varios meses, hasta que ocurrió lo del accidente. Un coleccionista que vivía en Inglaterra salió del anticuario con la pieza que, después de un par de semanas de negociaciones arduas, acababa de comprar y, al cruzar la avenida, fue arrollado por un auto veloz. Ya estaba muerto cuando llegué a verlo, alertada por los ruidos y los gritos de la gente que no paraba de agolparse a su alrededor. Entre ellos, la dueña del anticuario, quien de inmediato recuperó la pieza que había rodado hasta el cordón de una vereda y me conminó a reportarme con un solo movimiento de ceja.
Volvimos al local las tres: ella, yo y la pieza arqueológica precolombina que había sobrevivido intacta. Sin perder un segundo, la dueña se puso a desenvolver el sofisticado sistema de embalaje y a explicarme que la pieza quedaría nuevamente expuesta hasta que los deudos del coleccionista la reclamaran. Yo sabía que esa pieza había sido excavada ilegalmente de un enterratorio en Perú, con lo cual pensé que lo que se roba una vez bien puede robarse dos veces. Después me dispuse a terminar el día sin saber que ése era el primero de una serie de días desgraciadísimos que se sucedieron en mi vida. Tan mal empecé a estar que ni siquiera podía concentrarme en leer y, cuando lo hacía, tenía la impresión de que los ojos de la pieza antropomórfica me vigilaban. Dejé de leer y después de dormir y después de casi todo hasta que decidí dejar ese trabajo. Desde entonces, no estoy tan segura de que las maldiciones bien fundadas no surtan efecto.

Publicado en Casquivana 5: www.casquivana.com.ar

No hay comentarios:

Publicar un comentario