21.3.13

Juan Guinot perdió un amor pero



Perdí un amor, pero
Juan Guinot

El gato himalayo, de ojos celestes, encendidos, llegó a casa en brazos de mi novia, un día después de oponerme a su plan de embarazarnos. Me dijo que se lo había encontrado en la calle. No le creí, nadie deja una mascota tan cara con el pedigree sellado por el veterinario de la esquina de casa. Imité la cara de boludo del minino. Mientras el gato no me hinchara las pelotas y mi novia no me pidiera que vaya a las reuniones de gatos himalayos organizados por el veterinario, no me iba a meter.
El tema se complicó cuando mi chica se rajó a mitad de la noche, envuelta en una sombría crisis de “estoy confundida”, mientras desde el balcón, vi cómo su estado de turbación no le impedía ver la puerta de la camioneta del veterinario de la esquina (el gurú de los gatos himalayos) que la aguardaba con el motor en marcha. Estaba mirando cómo ella se iba y el gato apareció en el balcón. El felino venía algo inquieto desde que ella empezó a llorar, meter cosas en un bolso y ver que no lo incluía en el acopio de la retirada. El gato se me puso adelante y lo empalé de una patada en medio de los huevos, ganó altura y cayó los cinco pisos, para impactar en la porción de asfalto dejada por la camioneta. Ver al gato despanzurrado hizo me cayera un baño de culpa. Salí a la calle, lo levanté y noté que el corazón le latía.
Ya al alzarlo, los pelos se me pegaron en la palma de las manos, en el buzo, pantalón y, al entrar al departamento, la caída copiosa de mechones dejó al gato tan en desnudo como mi situación sentimental. Sólo le quedó un mechón en la frente chata, arriba de los ojos. Parece que del shock, aparte del pelo, perdió la memoria, o eso espero creer, porque el gato himalayo, desde entonces, me mira raro y todo el santo día tiene sus ojos celestes, encendidos, encima de mí.

Publicado en Casquivana 5: www.casquivana.com.ar

1 comentario:

  1. Buenísimo el texto. Imperdible su lectura en la presentación de Casquivana 5.

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