10.8.12

"Confesaron", de Amalia Sanz


Confesaron
Amalia Sanz

Una actriz de moda confiesa que odia a Björk, un músico de culto describe cómo se fascina con Eros Ramazzotti, un escritor que adora la polémica siempre a mano critica con vehemencia a Noam Chomsky y defiende a un cantautor casi indefendible: Dyango. Un cantante “del momento” construye la oda a la cumbia berreta, un músico ultra cool reconoce que llora con las películas rosas –especialmente con todas las de Hugh Grant–, una escritora confiesa que se autogooglea (en la época en la que autogooglearse era material de confesión) y una periodista siempre inteligente dispara un pecado nacional: nunca se rió con Alberto Olmedo. Un director de teatro entendió que era confesión declarar que ansiaba –algún día– poder dirigir en teatro off a Moria Casán (siete años más tarde lo logró) y una escritora consagrada se anima a dejar de lado de una vez y para siempre el Ulises de Joyce. Las mejores confesiones tal vez vinieron de dramaturgos: uno confesó el modo en que malgastó una beca de varios meses en Alemania, quedándose encerrado en el departamento de Berlín jugando “a un jueguito de la compu”; y otra declaró su enamoramiento por Carlos Bilardo (al describir su belleza, parecía sincera, no había ironías en su amor).
La sección “Yo Confieso” fue publicada en la revista Lamujerdemivida durante varios años, muchos. Centenares de confesiones, de vergüenzas privadas, gustos y disgustos incómodos referidos a consumos culturales. Hasta que nos cansamos. Algunos pretendieron ser políticamente incorrectos, pero luego la mayoría prefirió confesar aquello oculto de lo que en realidad se enorgullecía, del estilo: en la intimidad escucho a Gilda. O me aburro con el cine iraní. Y sí, quién no.
Las verdaderas confesiones –las que nos interesan porque nos transforman– son las que nos dan vuelta y muestran reveses y pequeñas miserias. Reconocer con honestidad que adoramos lo desclasado y fuera de moda o que bostezamos con algún consagrado suma al gesto que busca discutir lo dado, barajar las cartas de siempre y dar de nuevo. 

En http://casquivana.com.ar/ (página 18) 

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