Lo malo del
sexo es que
Federico
Simonetti
Jorge Rafael Videla es quizás uno de los más
despiadados asesinos dentro del grupo de asesinos despiadados que gobernó
América del Sur en el siglo XX. Sobre sus espaldas pesa la organización de un
aparato represivo que se cobró unas treinta mil víctimas.
Si uno analiza la historia de Videla con
detenimiento, ve que desde muy chico fue alentado a abrazar valores cristianos,
militares y autoritarios, en su San Luis natal y después en el Colegio Militar
de la Nación. Lo curioso es que ese monstruo preparado desde muy pequeño quizás
haya sido el resultado de una calurosa siesta de 1924 en Villa Mercedes, cuando
Rafael Videla le dijo a su esposa María Olga Redondo: “Che, vieja, ¿nos echamos
uno antes de dormir la siesta?”. Y eso es lo malo del sexo: detrás de un
inofensivo y saludable entretenimiento pasatista puede salir la bestia que
destruya la humanidad o el genio que la arregle.
Vincular el sexo a la reproducción de la especie fue
una de las peores ideas que pudo haber tenido Dios o quien sea que haya creado
el mundo. Es cínico dotar al ser humano de un poderoso e incontrolable deseo de
tener sexo y acompañarlo con embarazos. Bien podría haber sido una actividad
como comer milanesas con huevos fritos: simple, sencilla, disfrutable, inocua.
Pero no, uno quiere tener sexo todo el tiempo y es recompensado con hijos. Según
algunos científicos el hombre existe en el planeta desde hace 195.000 años. Supongamos
que recién en los últimos cien se descubrieron métodos anticonceptivos
verdaderamente eficientes.
Me gustaría imaginar un mundo sin riesgos ni
consecuencias para el sexo. Un mundo en el que el sexo sea un entretenimiento
sano y familiar, y que a la hora de tener hijos uno simplemente tenga que donar
sangre, llenar unos formularios y esperar a recibir la encomienda de Mercado
Libre (E-bay si se lo quiere rubios).
dwqewqeww
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